De esta manera Trump podría forzar a México a controlar la frontera

Un análisis del Cato Institute dice que la propuesta del muro sería posible si Trump aplica políticas migratorias que obliguen al Gobierno mexicano a controlar mejor su frontera, como un programa extenso de trabajadores legales tal como lo hizo Dwight Eisenhower

Donald Trump insiste en um muro en la frontera sur, que México debe pagar.

Donald Trump insiste en um muro en la frontera sur, que México debe pagar. Crédito: EFE/Impremedia

Donald Trump sí podría lograr que México levante un muro fronterizo, aunque fuera sólo virtual –con presencia de soldados que evite el cruce desordenado de migrantes–, si Estados Unidos aplica un programa extenso de trabajadores legales como lo hizo Dwight David Eisenhower, Presidente estadounidense entre 1953 y 1961, dice un análisis del Cato Institute.

Si Estados Unidos, con Trump en la Presidencia, otorga una cantidad significativa de permisos temporales para trabajadores migrantes, entonces podría ganar fuerza diplomática para negociar que México mismo pague por controlar su lado de la frontera, señala Alex Nowrasteh, analista de política de inmigración en el Cato Institute.

Nowrasteh ha publicado análisis en la materia en The Wall Street Journal, The Washington Post, The Houston Chronicle, Los Angeles Times y The New York Post entre otros.

Trump ha generado un amplio sentimiento antimexicano en Estados Unidos desde el inicio de su campaña. Ha llamado a los migrantes de México “violadores, drogadictos, traficantes”. De acuerdo con una encuesta de The Economist publicada esta semana, ese sentimiento de rechazo es ampliamente correspondido por México –donde más de 50 por ciento de la población rechaza al Gobierno de Estados Unidos– y en América Latina en general, excepto Honduras, Salvador y República Dominicana.

México y Venezuela tienen, en estos momentos, los mismos niveles de rechazo hacia Estados Unidos, junto con Uruguay, Paraguay, Bolivia y Paraguay.

Entre 2009 y 2014, cerca de un millón de mexicanos dejó Estados Unidos y regresó a su país, de acuerdo con el Pew Center.

“El favorito de los republicanos, Donald Trump, afirma que se va a construir un muro en la frontera y obligar a México a pagar por ello. Esto ha provocado burlas en el sentido de que no es factible, o de que tal vez la idea es un poco loca. Sin embargo, quizá deberíamos haber contenido nuestro desprecio un poco más. En 1954, el Presidente Eisenhower hizo que el Gobierno mexicano desplegara tropas a lo largo de la frontera para detener a los mexicanos que buscaban entrar a los Estados Unidos. Si bien México no construyó una pared, sí intentó detener la ola de mexicanos que emigraban a los Estados Unidos y su gobierno pagó por ello”, dice el análisis de Alex Nowrasteh.

“Después de meses de negociaciones fallidas entre los dos países sobre los términos del programa de visas temporales Bracero, los departamentos estadounidenses en gestión de visados expidieron un comunicado de prensa el 15 de enero de 1954 indicando que a los migrantes que ingresaron se les adjudicarían de inmediato un contrato de trabajo, y un empleo. Indignado por este intento de sacarlo de las negociaciones, el Gobierno mexicano desplegó 5,000 soldados a lo largo de la frontera para amenazar, detener y disuadir a los migrantes que intentaban entrar en los Estados Unidos”, agrega el especialista.

Alex Nowrasteh dice que Estados Unidos en realidad abrió la puerta de la frontera el 22 de enero, y sobrevino el caos. “Cientos de inmigrantes esperanzados corrieron; cruzaron las barreras ayudados por los brazos extendidos de agentes de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos mientras soldados mexicanos trataban de retener a sus hombres del campo, a menudo por la camisa, y tiraron de la cuerda hacia atrás para evitar que se cruzaran. Las tropas se lanzaron contra los hombres con sus puños y portando armas de fuego, en un vano intento de contener esta avalancha de cuerpos”.

El programa Bracero existió desde 1942 como un proyecto binacional; México no se involucró en el control y entonces, para mediados de la década de 1950, cerca de dos millones de mexicanos trabajaba en Estados Unidos.

“Si un futuro Presidente Trump negocia un programa de visas de trabajo temporal a gran escala que permita una buena cantidad de trabajadores invitados temporales mexicanos al año, y legaliza la mayoría de los inmigrantes no autorizados en los Estados Unidos, podría ganar la influencia diplomática para impulsar México a construir un muro, o por lo desplegar tropas en la frontera en un show de lujo”, dice Nowrasteh.

Durante la campaña para la nominación presidencial por el Partido Demócrata, Trump ha dicho que obligará a México a pagar un muro en la frontera.

El pasado 9 de marzo, el multimillonario empresario fue más duro: dijo que estaría dispuesto a ir a la guerra con México si el país no paga por el muro fronterizo. Trump fue cuestionado por Bob Woodward sobre qué medidas tomará para obligar a México a pagar los 8 mil millones de dólares que según sus cálculos constará construir los 3 mil 200 kilómetros de barda. “Quiero preguntarle sobre el muro que va a hacer que México construya”, dijo el periodista galardonado con el premio Pulitzer.

“Mis colegas dicen que usted no ha respondido a la pregunta de cómo vas a hacer eso, y usted sabe, por los negocios, que alguien puede tener una buena idea pero, ¿cómo la va a hacer? ¿Nos puedes dar alguna idea?”, prosiguió Woodward en la entrevista publicada en NBC.

En respuesta, Trump dijo que “en primer lugar, México no va a construir el muro, nosotros vamos a construirlo”. “La razón por la que van a pagar y la forma en que tendrá que pagar es la siguiente: tenemos un déficit comercial ahora con México de 58 mil millones al año. El muro va a costar 10 mil millones al año”.

Sin embargo, Woodward interrumpió y presionó al republicano al cuestionarle sobre cómo iba a tomar el dinero de México para edificar la barda fronteriza. “Son una nación soberana. ¿Cómo se puede convencer a una nación soberana que dice que no quieren pagar?”, dijo Woodward. Y agregó: “Si dicen que no, ¿estaría dispuesto a ir a la guerra para pagar por este muro?”.

El republicano dijo de inmediato:

“Créeme, cuando rejuvenezca a nuestros militares, México no querrá jugar a la guerra con nosotros. Qué te puedo decir, no querrá jugar a la guerra con nosotros”.

Pero de acuerdo con el Cato Institute, no es necesaria esa guerra si Estados Unidos recurre a la lección de Eisenhower, que el mismo Trump suele citar.

Durante el segundo mandato del Presidente George W. Bush, el Congreso autorizó mil 200 millones de dólares para construir varias millas de cerca doble, pero el gobierno afrontó un sinfín de obstáculos. Propietarios privados que rechazaban las ofertas de compra de terreno. Preocupaciones ambientales y demandas.

Ahora hay mil 46 kilómetros de cerca en la frontera, lo que incluye un valla de acero de 4 metros de altura en muchas zonas urbanas, diseñada para detener o reducir el número de personas que cruzan, así como barreras para vehículos, postes de acero más cortos llenos de cemento y plantados en el suelo.

Construir eso ya fue un desafío, y un nuevo muro más alto como el que quiere Trump afrontaría sin duda la misma oposición, si no más.

Un acuerdo de fronteras de 1970 regula la construcción de estructuras a lo largo de los ríos Colorado y Bravo en la frontera mexicana. El acuerdo binacional indica que las estructuras no pueden perturbar el flujo de los ríos que pasan por Texas y 38 kilómetros en Arizona y definen la frontera entre ambos países, según la Comisión Internacional de Fronteras y Agua, una agencia conjunta estadounidense y mexicana que administra el tratado.

Trump dijo que su muro no tendría que cubrir toda de la frontera, pero aunque se excluyan los tramos bloqueados por accidentes geográficos, sigue habiendo graves problemas. En algunos lugares, las obligaciones del tratado y las zonas de inundación designadas en el río requerirían levantar el muro bien entrado el territorio estadounidense, lo que sería incómodo si el gobierno mexicano paga y supervisa el proyecto.

Además de crear una especie de tierra de nadie entre el muro y la frontera real, un gobierno o el otro tendría que comprar grandes extensiones de propiedad privada, así como tierras de al menos una tribu indígena con territorio a ambos lados de la frontera en el sur de Arizona.

En zonas donde la frontera es tierra seca en New Mexico, la mayoría de Arizona y California, habría que construir estructuras para que el muro no obstruya rutas de paso naturales ni provoque inundaciones. Construir en estas zonas puede ser complicado y caro.

En las sensibles dunas de arena del sur de California, por ejemplo, habría que instalar una “cerca flotante” que permitiera el movimiento natural de las dunas.

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