Fotos: una cárcel de ICE que pretende ‘liberar’ a inmigrantes detenidos

La Opinión visita el Centro de Detención de Otay Mesa que hoy alberga a 882 personas, y esto es lo que vimos

La Opinión tuvo acceso exclusivo al nuevo centro de detención de inmigrantes en Otay Mesa.

La Opinión tuvo acceso exclusivo al nuevo centro de detención de inmigrantes en Otay Mesa. Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

Por fuera la nueva cárcel para inmigrantes en San Diego, muy cerca de la frontera con México, está protegida por pesadas rejas, sensores y un alambrado imposible de brincar.

Pero su diseño interior pretende “liberar” a cientos de indocumentados que están bajo la custodia de la Oficina de Aduanas y Control Fronterizo (ICE), la agencia detrás de la maquinaria de deportación de este país.

Lo distinto del flamante centro de detención para indocumentados en Otay Mesa, con capacidad para casi 1,000 personas, es que sus dormitorios no tienen puertas que encierran a sus moradores durante gran parte del día.

Además, cada unidad cuenta con un patio abierto para actividades recreativas e incluso permite que algunos detenidos se desplacen —bajo observación— por un pasillo principal de 300 yardas de largo.

El lugar también alberga a mujeres en otra área, así lucen los dormitorios sin puerta.
El lugar también alberga a mujeres en otra área, así lucen los dormitorios sin puerta. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Nada de eso existe en otras cárceles privadas bajo tutela de ICE, como la de Adelanto, en el condado de San Bernardino, donde desde lo más simple que es “pasar lista” enclaustra por tiempo indefinido a los detenidos.

Sin embargo, tampoco es que la vigilancia y el sistema de operación de Otay Mesa sea más relajado.

La Opinión es el primer medio de comunicación que ingresa a este lugar ubicado a unas cuadras de la línea fronteriza que divide a San Diego de la ciudad mexicana de Tijuana. Este centro empezó a operar en octubre de 2015 ante la falta de espacio en otras instalaciones de ICE en la región.

De forma rectangular, esta cárcel fue construida por la empresa Correction Corporation of America (CCA), con la garantía de un jugoso contrato, cuyos detalles no son de dominio público por un litigio pendiente.

(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)
(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Sin embargo los medios de comunicación han reportado que ICE paga alrededor de $164 al día por cada migrante, lo que se traduce en un gasto de $5.5 millones diarios por el resguardo de unos 450,000 detenidos.

Durante el recorrido que realizó este periódico hace unos días en el recinto de Otay Mesa habían 882 detenidos, la mayoría latinos. Ese día CCA habría ganado unos 144,000 dólares por sus huéspedes.

Cada año, la retención de indocumentados requiere de un gasto de más de $2,000 millones a nivel nacional, equivalente al ingreso anual promedio de 56 millones de familias migrantes en Estados Unidos.

Solo cuatro cárceles operadas por compañías alojan a unos 3,700 inmigrantes en California, esto es el 85% de las personas bajo custodia de ICE, ya sea por procesos de deportación, audiencias migratorias pendientes o solicitudes de asilo político.

(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)
(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Es por este negocio lucrativo y por los múltiples señalamientos de maltrato que las cárceles privadas en California, incluyendo el de Imperial Regional y Mesa Verde, están bajo la mira en la propuesta de ley SB 1289, que prohibiría que los gobiernos locales los contraten para encarcelar a personas sin estatus legal.

“Tenemos que hacer lo posible para que esos centros dejen de existir, sabemos que tratan a nuestra comunidad como animales, no como humanos”, dijo el senador Ricardo Lara, autor de la SB 1289.

El cambio en Otay Mesa

La centro de detención de Otay Mesa se construyó durante cinco años mientras la CCA echó mano de otra instalación para albergar migrantes por medio de un contrato de arrendamiento con el condado de San Diego.

(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)
(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Sus inusuales “comodidades” tratan de mostrar una cara distinta del negocio, quizás anticipándose a los cambios que puedan lograrse debido a la presión de quienes se quejan del abuso contra las personas que están encerradas simplemente porque han venido huyendo de la violencia en sus países.

ICE asegura que en Otay Mesa las quejas se toman con la mayor seriedad.

“Si hay cualquier tipo de alegato de ataque sexual se presenta ante mí y lo investigamos”, enfatiza Kelley Beckhelm, supervisora de detención y deportación en dicha instalación.

“Hay toda una regulación establecida en este centro, el fondo es que cualquier alegato se toma con seriedad y todo se investiga”, subraya Kenneth Smith, subdirector de campo de ICE en San Diego.

(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)
(Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Quizás este diseño menos duro esté cambiando la expresión de los migrantes detenidos. En el recorrido en el que participó La Opinión no hubo quejas disimuladas al paso de los reporteros.

Dentro de lavandería del centro, atendida por voluntarios, incluso se escucharon bromas.

“¿Aquí está El Chapo?”, le preguntaron a uno de los migrantes que llenaba un carrito con bolsas de ropa limpia, refiriéndose al método que presuntamente utilizó Joaquín Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa, para escapar por primera vez de una prisión mexicana. “Búsquenlo, ahí está”, respondió el detenido siguiendo la chacota. Se oyeron risas.

Los latinos dominan pese a olas de migrantes

Un inmigrante trabaja en la lavandería del centro de detención.
Un inmigrante trabaja en la lavandería del centro de detención. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

Por la cercanía con la frontera con México, una nueva ola de inmigrantes asiáticos que están llegando a las garitas de EEUU para solicitar asilo político se refleja en la cárcel de Otay Mesa.

También se ha poblado de africanos pero a pesar de ello, la mayoría sigue siendo mexicana y centroamericana.

Así lo confirman los canales en español que dominan las televisiones en los dosmitorios, la literatura y los partidos de futbol en una cancha que solo pueden visitar una hora cada semana.

“A veces tenemos a cien personas aquí, con 4 o 5 equipos, así es que tienen que alternarse o el que mete gol se queda”, explicaba un celador que veía entretenido el partido entre dos grupos de hispanos, los que jugaban con playera y quienes se la quitaron para distinguirse.

“¡Tuya! ¡Tuya! ¡Flaco!”, se escuchaba en español en la cancha de pasto sintético. Aquí no han faltado los argumentos, pero el guardia dice que es parte del juego.

Los detenidos liberan un poco de estrés a través del futbol.
Los detenidos liberan un poco de estrés a través del futbol. (Foto: Aurelia Ventura/La Opinión)

“Hay gente de Latinoamérica, de Somalia, de África, a ellos les gusta jugar futbol más que el basquet. Al patear la pelota liberan cierto nivel de estrés”, agregó el vigilante de CCA. Por ello, las canastas de baloncesto en patios y un gimnasio suelen quedar desoladas.

En un día regular en esta cárcel hay migrantes de 70 diferentes países, pero el grupo más grande pertenece a México.

Sobre una mesa en uno de los dormitorios, un título en una revista en español daba cuenta del drama que se vive dentro de estas paredes y rejas. “La triste cara de la inmigración”, se leía en la publicación.

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