Con la demolición del estadio del Cruz Azul se van décadas de historia del fútbol mexicano

El millonario mexicano Carlos Slim sepultará la casa del equipo celeste debajo de un centro comercial

Un recinto histórico de la capital mexicana desaparecerá y en su lugar se construirá un centro comercial.

Un recinto histórico de la capital mexicana desaparecerá y en su lugar se construirá un centro comercial. Crédito: Mexsport

Siete décadas de historias de fútbol acabarán en 2018 cuando sea demolido el estadio del Cruz Azul, uno más de los escenarios deportivos de la Ciudad de México superado por el tiempo y el negocio de las plazas comerciales y los hoteles.

Sede histórica de los equipos América, Atlante, Necaxa y ahora del Cruz Azul, el estadio de la Ciudad de los Deportes representó un antes y un después para el fútbol de este país por ser el primero construido totalmente de concreto.

Antes de ser inaugurado el 5 de enero de 1947 con el partido que el Veracruz le ganó 2-1 al Racing de Argentina, la liga mexicana se jugaba en estadios de madera, como los de los equipos España y Necaxa y el mismo Parque Asturias, el más importante de su época.

Al principio, la naciente Liga profesional de fútbol lo rechazó ante los elevados costos de arrendamiento, pero acabó por aceptarlo después de ser cerrado el viejo Parque Asturias, curiosamente, propiedad del mismo empresario, el español Moisés Cosío.

Cerrado el Parque Asturias, que un día fue quemado por hinchas molestos por una decisión arbitral, la modernidad del nuevo escenario y la habilidad del empresario consolidaron al mismo como la nueva casa del fútbol mexicano.

El América lo usó de 1947 a 1955, el Necaxa de 1950 a 1955, el Atlante, el único que logró ser campeón en su grama, lo hizo su casa en diversas épocas, de 1947 a 1957; de 1983 a 1989, de 1991 a 1996 y del 2000-2002.

El Cruz Azul lo alquiló en 1996 y su directiva ha anunciado que al terminar su arrendamiento a finales de 2017, el equipo se cambiará de estadio, posiblemente al Azteca de la capital mexicana, en el que ahora juega el América.

La selección de México se presentó varias ocasiones en este estadio, la última en diciembre de 1992 bajo el mando del argentino César Luis Menotti con una victoria por 11-0 sobre San Vicente y las Granadinas.

En el inmueble, diseñado para la práctica del fútbol americano, se jugó el primer partido de la NFL fuera de Estados Unidos en 1978, entre los Santos de Nueva Orleans y las Águilas de Philadelphia.

La decisión de los dueños y el Cruz Azul de no renovar el arrendamiento a partir de 2018 decidió el final de la historia del estadio, que ahora se sumará a la lista de escenarios históricos que marcaron el panorama de la urbe durante los últimos cien años.

El Grupo Carso del multimillonario Carlos Slim se encargará de la construcción de una plaza comercial y un hotel, los cuales quedarán bajo la administración del grupo empresarial Cosío Family.

El estadio Azul ha sido desde mediados del siglo XX parte del horizonte urbano y en siete décadas pasó de estar en los límites de la Ciudad al centro mismo.

A lo largo del siglo XX alcanzaron su auge y declive escenarios icónicos como la plaza de toros y el hipódromo de la Condesa, el parque Asturias, los estadios del España y del Necaxa, todos en la primera mitad de esta centuria.

La plaza de toros y el Hipódromo de la Condesa, construidos en 1896, fueron derruidos en 1946, el mismo año de apertura del estadio Azul en la zona que entonces pretendía ser la Ciudad de los Deportes, un proyecto inacabado que dejó como herencia este coso y la Plaza de toros México.

El cambio de centuria quedó marcado por la demolición del parque de béisbol del Seguro Social y el Toreo de Cuatro Caminos, dos monumentos al deporte que dejaron sus espacios a sendas plazas comerciales que reciben a diario miles de visitantes.

El estadio Azul se abrió el 6 de octubre de 1946 con partidos de fútbol americano entonces de moda en la capital, que en aquella época tenía poco menos de dos millones de habitantes. Actualmente la urbe tiene 20 millones.

Fue construido al mismo tiempo que la Plaza de toros México como parte de un proyecto de una ciudad deportiva inacabada por falta de recursos y que en un principio contemplaba estadios de otras disciplinas y un frontón.

Con la desaparición de este elemento icónico, la Plaza de Toros México y los estadios Azteca y Olímpico de la Ciudad Universitaria permanecen hoy como los últimos monumentos deportivos de la Ciudad de México.

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