Mexicanos consumen refresco a pesar de impuestos y diabetes

A los mexicanos les importa poco el incremento de un peso de impuesto a las bebidas edulcoradas gravado desde 2013

La batalla contra los refrescos azucarados. Getty Images.

La batalla contra los refrescos azucarados. Getty Images. Crédito: Getty

MÉXICO – En medio de la fiesta, Lourdes Martínez estalló frente al mesero. “O le traían un refresco o se iba del lugar así fuera la boda civil de su prima”, dijo ofendida a principios de este año cuando las cifras de la Secretaría de Hacienda cruzadas con un estudio del Colegio de México le daban la razón.

Que a los mexicanos les importa poco el incremento de un peso de impuesto a las bebidas edulcoradas gravado desde 2013 y que la beneficiada de éste ha sido la recaudación fiscal que en dos años incremento el 13% para llevar a las arcas del gobierno alrededor de  2.8 millones de dólares.

Y faltaba más.

A  finales de julio pasado, un reporte de las empresas de cola y sus filiales en México detallaron en el primer semestre de 2016 el incremento en el consumo de estas bebidas por hasta el 10% en el caso de la Coca y 2.7% en el caso de la Pepsi.

El congreso mexicano  apostó por la alza al  impuesto a las bebidas edulcoradas (encabezadas por el refresco) para frenar las tendencias de la obesidad y de la diabetes que son las principales causas de muerte en el país.

La diabetes es una enfermedad por la que el cuerpo pierde la capacidad de regular los niveles de glucosa, de producir insulina y regular el páncreas.

Es crónica y degenerativa, lleva a la ceguera y la amputación, cuesta a la salud pública alrededor de 3,500 millones de dólares anuales, la padecen alrededor de 16 millones de mexicanos y va en aumento a la par del consumo del refresco a pesar de todo, según la Alianza para la Seguridad Alimentaria.

Esta organización civil mantiene una de las más arduas batallas contra las refrescaras y sus prácticas publicitarias frente a la tibia acción del gobierno que a su juicio explican por qué no hay impuesto que valga  para consumidores como Lourdes Martínez.

“Simplemente la comida no me sabe igual y yo creo más bien que la diabetes es hereditaria o si comes otras cosas”, cuenta la mujer de 40 años en entrevista telefónica desde Morelia, Michoacán. “Lo que hizo mi prima al prohibir el refresco en su boda fue ridículo, la mayoría pensábamos que no quería gastar”.

La Alianza cree que está tendencia a negar los efectos dañinos se debe a la falta de campañas que hablen claro al respecto, como ocurre con el cigarro,en cambio, las empresas refresqueras han sido muy agresivas para promover sus productos.

Para empezar condicionan a las tiendas de venderles el producto a cambio de ponerlos en el lugar más visible para el cliente además de las campañas enfocadas en  los niños personajes famosos o superhéroes para hacerlas más atractivas mientras el gobierno “mira” a otro lado.

Esta industria invierte en México anualmente alrededor de 600 millones de dólares y genera alrededor de 136,000 empleos directos.

“Es sustancial señalar la importancia de regular de manera efectiva la publicidad de estos productos dirigidos a la infancia ya que las bebidas azucaradas representan el 70% de la ingesta de azúcares añadidos a la dieta de los mexicanos”, dijo Fiorella Espinosa investigadora en salud alimentaria en la organización.

“Además estas bebidas sean azucaradas o endulzadas con edulcorantes artificiales generan el gusto y hábito a lo dulce que permanece de por vida y es uno de los principales obstáculos para enfrentar la epidemia de la obesidad y diabetes“.

La empresas refresqueras – a través de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación– también han intentado frenar la información en su contra e incluso citan estudios donde hablan de “bondades” y “consumo responsable”.

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