Crónicas mexicanas: ¿Qué va a pasar si gana el ‘trompas’?

Para mucha gente, sus posibilidades de ganar son peligrosamente reales.

Ciudadanos de Los Ángeles en contra de Donald Trump.

Ciudadanos de Los Ángeles en contra de Donald Trump. Crédito: Getty Images

¿Qué va a pasar si gana Trump? ¿Qué va a ser de mi hijo?, se cuestiona Genoveva, presa de desazón. El magnate inmobiliario ya es candidato Republicano y una reciente encuesta de CNN lo coloca tres puntos arriba de su rival, Hillary Clinton. Para mucha gente-incluyendo al documentalista Michael Moore-, sus posibilidades de ganar la Presidencia de los Estados Unidos, son, peligrosamente reales.
La angustia de Genoveva tiene fundamento. Trump ha advertido que perseguirá a la migración ilegal y decenas de organizaciones de ‘rednecks’ ya alistan la cacería en la frontera, alentados por la retórica del candidato Republicano. De tal manera que, su hijo, un trabajador indocumentado de la industria hotelera, corre el riesgo de perder su trabajo y ser deportado, quién sabe en qué condiciones.

“Todo por culpa del trompas”, acusa, exhalando rabia y zozobra.
-¿Trompas?- le pregunto.
-El Trump ese
-¿Así le dicen?
-Así le dice mi’jo, y que así le dicen todos.
No tiene mucho del momento en el cual Genoveva aterrizaba en Orlando, ansiosa por encontrarse con su hijo luego de doce años de no verlo. El, Joaquín, partió de su pueblo enclavado en la Sierra Norte de Puebla con apenas 19 años, dejando atrás a su esposa y su pequeño hijo de ocho meses de edad. Como es común, la pobreza y la angustia lo empujaron a cruzar ilegalmente el infernal desierto de Arizona; luego, ir de escondite en escondite, hasta que su buena estrella le dio un trabajo y un pequeño departamento donde vivir.
Al principio, había llegado con un primo. Pero al cabo de unos meses, un accidente de tránsito lo devolvió a México sin un dólar.

Joaquín ha sobrevivido. Es famoso entre sus colegas de trabajo por los tamales y las ‘gorditas’ con carne asada que él mismo cocina.

Conversa con su mamá vía Skype cuando tiene ganas y la nostalgia no resbala por la garganta. Genoveva cuenta que lo ve muy flaco, con la piel quemada, y cierta mirada que aparece cuando uno acaba de llorar.
-Yo no sé qué va a ser de él. Se va a tener que regresar antes que lo agarren, o, dios no lo quiera, me lo maten por allá. Dios no lo quiera, por favor-, dice y limpia sus ojos, ya acá, en su serranía, una casita en obra negra alzada don el dinero de Joaquín, donde su hijo y su esposa también lo esperan, sano y salvo, un día.

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Donald Trump

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