La contaminación por metano: un enemigo que debemos combatir

En California, vivimos recientemente el peligro y consecuencias de la contaminación del gas metano por la fuga de gas en Aliso Canyon

Rocío Arreola protesta por la fuga de gas en Porter Ranch. /FRANCISCO CASTRO

Protesta por la fuga de metano de Aliso Canyon. Crédito: Francisco Castro | La Opinión

¿Sabía usted que hay un contaminante sin olor y sin color que está afectando la salud de millones de Californianos? Se trata de la contaminación por gas metano. Este tipo polución es generada en gran cantidad por la producción del petróleo y gas natural. El gas metano y los químicos tóxicos liberados por los pozos petroleros y de gas empeoran al esmog, desencadenan ataques de asma en niños y problemas cardiovasculares e incluso puede causar la muerte prematura. Esto afecta desproporcionalmente a la comunidad Latina. En Estados Unidos, los niños Latinos tienen 40% mayor probabilidad de morir por asma que niños blancos.

En California, vivimos recientemente el peligro y consecuencias de la contaminación del gas metano cuando en Aliso Canyon, una planta operada por la Southern California Gas Company, tuvo una silenciosa fuga de metano que por semanas vertió cientos de miles de toneladas de contaminación al aire en la región de Los Ángeles sin ser detectada, creando uno de los peores catástrofes ambientales en la historia de nuestro país. En esta tragedia, serán nuestras familias quienes pagarán las peores consecuencias de esta catástrofe a través de problemas de salud que se presentan.

California es el tercer productor más grande de petróleo y el segundo consumidor más grande de gas natural en el país. Tan sólo en Los Ángeles existen aproximadamente 5,000 instalaciones activas de petróleo y gas, y se considera el yacimiento petrolífero urbano más grande de la nación. Estas instalaciones se ubican en áreas densamente pobladas, y se calcula que cerca de 1.3 millones de Californianos, incluyendo a más de 500,000 Latinos y a más de 120,000 Afroamericanos, viven a menos de media milla de una instalación activa de petróleo y gas. Esta situación genera grandes riesgos a la salud de nuestra comunidad ya que los hogares, parques, escuelas, hospitales y hasta comunidades completas han sido construidas de manera adyacente a pozos petroleros.

Hasta ahora, debido a la falta de reglas estrictas, las empresas dueñas de estas instalaciones han operado con supervisión mínima y sin la debida rendición de cuentas por la contaminación que generan estas instalaciones.

Del mismo modo, la comunidad Latina se ha visto afectada por falta de atención prestada por las autoridades del estado cuando se presentan problemas generados por la contaminación ambiental. Por ejemplo, en 2010 los residentes de University Park, una comunidad en el centro-sur de Los Ángeles que cuenta con una población de residentes Latinos de bajos ingresos, se quejaban de un fuerte olor proveniente de la instalación petrolera de AllenCo Energy cercana al área.

Muchos de los habitantes reportaron sufrir de dolores de cabeza constantes, nausea y sangrados de la nariz, incluso algunos residentes comenzaron a sufrir problemas respiratorios serios. Tomo tres años de movilización de la comunidad para que la Senadora Barbara Boxer tomara cartas en el asunto, y fue entonces que se comenzaron inspecciones a fondeo de la instalación. Durante una visita al sitio, incluso los inspectores de la Agencia de la Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) se sintieron enfermos, de acuerdo con un reporte del diario Los Angeles Times. Fue entonces que se suspendieron de manera inmediata e indefinida las operaciones de la planta.

Sin embargo, vemos con optimismo que el gobierno del estado de California, a través de La Junta de Recursos del Aire de California (CARB, por sus siglas en inglés), ha tomado algunos pasos iniciales para controlar este problema. Hace unos días, CARB presentó una serie de regulaciones que requerirán que las instalaciones nuevas y existentes de petróleo y gas sean sometidas a inspecciones y procesos de mantenimiento constantes, con el fin de identificar y resolver posibles fugas antes de que se conviertan en desastres como el ocurrido en Alison Canyon. Las nuevas regulaciones también requerirán que los operadores utilicen equipo y tecnología de punta para evitar prácticas y procesos que generan contaminación excesiva.

Aunque este es un paso en el camino correcto, las regulaciones propuestas por CARB no son lo suficientemente estrictas ya que existen ciertas excepciones a través de las cuales algunos operadores pueden ser objeto de supervisiones menos rigurosas si es que no se encuentran fugas durante las inspecciones iniciales. El problema es que nuestro estado cuenta con una infraestructura petrolera y de gas con más de un siglo de antigüedad en la que una fuga puede suceder en cualquier lugar y en cualquier momento. Al final, serán nuestras comunidades las que sufran las peores consecuencias de reglas y estándares laxos.

Afortunadamente, el proceso está en marcha y tenemos, como comunidad, la oportunidad de incidir en las reglas finales a las que la industria de petróleo y de gas deberán apegarse. Nuestras comunidades tendrán oportunidad de hacer escuchar su voz a través del periodo de recepción de comentarios públicos que CARB ha abierto hasta finales de Julio.

Este es el momento para que nos organicemos para que como individuos, organizaciones de base, y comunitarios participemos en este proceso y exijamos a los gobernantes del estado que no ignoren a nuestras comunidades, y que establezcan reglas estrictas que protejan la salud y bienestar de nuestras familias.

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