México: De debates e injurias electorales

Para escuchar ideas pomposas mal elaboradas, mejor que nos den un espectáculo

candidato pri

Crédito: Imagen tomada de video

Sorpresivo, un twitt sostiene que un candidato injuriado perdió credibilidad.

Sorpresivo que la injuria suponga que destruye la credibilidad.

Dos debates en Chihuahua. Uno para presidente municipal, un candidato le espeta a otro un dicho asemejándolo con un simio. La expectativa es despertar a la fiera que lleva dentro y dé un espectáculo de bajo nivel. El agredido responde con ataques moderados. El pueblo defraudado, porque la sangre no llegó al ruedo y espera el otro fraude. Ni esto hacen bien los políticos.

El debate para gobernador dio más carnita. Un candidato acusa a otro de ser parte de un cartel,  y es acusado por otro de mentiroso, otro acusa a un candidato de ser apéndice del gobernante en turno, y es acusado de vividor de la política; sin ganar una sola elección, lleva 25 años viviendo como gran señor legislativo.

Un candidato acusa a otro de la conducta criminal de sus hermanos, el acusado acusa a alguien ausente, sobre un familiar con conducta similar.

Los debates mexicanos están lejos de serlo por:

1) Cayeron bajo el mando del Instituto Nacional Electoral que castra bajando la confrontación de ideas y diatribas.

2) En el formato los políticos no pueden enfrentarse decorosamente. Plazos ultra cortos de réplicas y contra réplicas evitan largos argumentos.

3) Políticos carecen de imaginación e ideas. Son producto de un sistema educativo mediocre. Un político no entiende una pregunta y reclama que es capciosa, aunque se refiere al ambiente, tema que ocupa los periódicos a diario.

4) Los asesores no son sabelotodo y tienen la misma educación de los políticos.

5) Algunos académicos esperan que los debates sean como ellos quieren que sean.

Sería sano que la sociedad confronte ideas y modelos de país de los políticos, pero le preocupa poco, especialmente porque no le cree a los políticos y sabe que las promesas de campaña tienen menos valor que el papel en el que se inscriben.

Para escuchar ideas pomposas mal elaboradas, mejor que nos den un espectáculo y mientras más sangriento mejor.

Debates no generan impactos electorales, el pos debate tampoco, los comentaristas tienen un nivel inferior al de los políticos, y algunos están pagados para repetir lo que el candidato dijo o “quiso decir”.

Hay políticos que repudian el espectáculo, pero son arrastrados a participar.

Si el debate no sirve para el voto, qué lleva a la gente a la urna.

Algunos van motivados por el partido que los convenció de recompensar políticamente su participación con alguna ganancia partidista. Son residuos de ideología.

Otros van para que el otro no gane.

Otros van creyendo que su voto produce cambio.

Otros van por un premio inmediato, son los que venden el voto, porque ese día comerán bien. Es la explotación política de la miseria extrema.

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