Los Ángeles: Agua de la llave, pero segura de verdad

Las autoridades deben arreglar el problema con premura y asegurarse que la coloración no sea el indicio de un problema más serio

Timothy Watkins de la organización Better Watts Initiative botellas con agua turbia que han recolectado en los últimos meses. The Better Watts Initiative quiere que se haga un análisis independiente de la calidad del agua. (Aurelia Ventura/La Opinion)

Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

Las autoridades angelinas lanzaron recientemente un plan para promover el consumo del agua del grifo como alternativa saludable ante la obesidad que ocasionan en parte las bebidas azucaradas.

Esta opción, dicen en un documento titulado “La verdad sobre el agua de la llave” , es más barata que el líquido que se compra embotellado y mucho más saludable que una soda repleta de azúcar.

Los Ángeles también utiliza el argumento de que las compañías que comercializan agua embotellada se han valido de un mercadeo muy hábil para impulsar su negocio y la desconfianza de la gente frente al agua del grifo.

También se citan datos según los cuales las plantas de agua embotellada deben hacer pruebas antibacteriales una vez a la semana mientras que el agua del grifo exige más de 100 pruebas por mes.

La iniciativa, sin embargo, se acaba de encontrar su piedra en el zapato: el reciente descubrimiento de agua turbia y amarillenta en varias zonas del sur de Los Ángeles.

El Departamento de to dedaea aDWP (la autoridad de agua y alcantarillado) aseguró que descargarán las tuberías con fuerza para remover el sedimento que supuestamente causa la coloración, por dos semanas y que esto no afectará el suministro a los casi 20,00 afectados.

Pero lo cierto es que el caso de Watts nos trae a la memoria el sonoro escándalo de la ciudad de Flint en Michigan, en donde sus habitantes bebieron agua contaminada con plomo por casi un año y las autoridades también afirmaban que todo estaba en regla.

Es difícil decirle a una madre que el agua que esta viendo amarilla es más segura que las sodas que le da a sus hijos contra la sed.

Y que se continue advirtiendo -en el caso de Watts y otros barrios aledaños- que el agua que sale de los grifos es pura pese a esa extraña coloración convence a pocos.

Más aún cuando se trata de comunidades marginadas e inmigrantes, cuya desconfianza de las autoridades es bastante alta, con toda la razón.

En el caso de Watts, las autoridades deben arreglar el problema con premura y asegurarse que la coloración no sea el indicio de un problema más serio.

Y en el caso de estimular alternativas saludables contra la obesidad, la misma ciudad debe debe desarollar soluciones combinadas y proporcionar información sobre programas subsidiados de compra e instalación de filtros.

Solamente así la opción de tomar agua de la llave podrá convertirse en una herramienta en la lucha contra el serio problema de la mala nutrición en la comunidad latina.

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