Son defensores de los derechos humanos y su vida pende de un hilo

El libro "40 rostros de la dignidad” presenta las caras más afamadas entre los defensores de los derechos humanos

El relator especial de Naciones Unidas sobre la Situación de los Defensores de Derechos Humanos, Michel Forst.

El relator especial de Naciones Unidas sobre la Situación de los Defensores de Derechos Humanos, Michel Forst. Crédito: Captura de pantalla | YouTube

MÉXICO.- No son víctimas y, al mismo tiempo, forman parte de las personas más vulnerables del país, siempre en la mirilla de gatillo que puede terminar con su vida. De hecho, muchos son sobrevivientes a ataques mortales; sus familias expuestas, su teléfono en las listas de non gratos de criminales y abusadores.

Son “40 rostros de la dignidad” que representan la punta del iceberg, las caras más afamadas entre los defensores de los derechos humanos a los que la Unión Europea decidió ponerles nombres e inmortalizarlos en un libro porque pocos se atreven a plantar cara a la injusticia en un país donde sólo dos de cada 100 delitos tienen sentencia.

“Muchas veces se muestran como víctimas, pero aquí se ve que tienen carácter y fuerza y esta actitud da mucha esperanza a México”, dijo Michel Forst, relator especial de la ONU para la defensa de los derechos humanos en cuanto pisó suelo mexicano para avalar las historias. Aquí presentamos cuatro de ellas que encabezan mujeres.

1. Leticia Gutiérrez, 20 años por los migrantes

Leticia Gutiérrez
Leticia Gutiérrez

La madre Lety, como la llaman los amigos, es una religiosa de vocación. Durante años encabezó la Pastoral de la Movilidad Humana de la Iglesia Católica hasta que la institución nombró a otro en su puesto y ella se encaminó aún más en la defensa de los migrantes.

Desde entonces ha sido blanco de amenazas de un cártel de Tamaulipas, la han intentado linchar e intimidado por diversas vías pero lo peor de todo es el daño moral: a ella, monja católica, la relacionaron sentimentalmente con el sacerdote Alejandro Solalinde, otro defensor de derechos humanos de los migrantes.

“La calumnia surgió como rumor en un periódico de Oaxaca, saltó a Veracruz y luego la retomaron en el Distrito Federal para hacer crecer la duda”, recuenta a este diario.

Pero ella sigue en pie.  Al final de cuentas hay miles de desapariciones de migrantes frente 23 defensores del tema amenazados de muerte y 10 ataques directos. “Ellos siempre estarán peor”.

2. Claudia Centeno, el último aliento de la ciudad

Claudia Centeno.
Claudia Centeno.

Cuando Claudia Erika Centeno inició su lucha para defender los humedales de Xochimilco, Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad, el saldo de la construcción irregular de viviendas era de cuatro casas; hoy, suman 1,200.

“Todas forjadas con permisos irregulares, producto de la corrupción”, sostiene en entrevista con este diario. “Quieren hacer de una zona clave para el medio ambiente de la ciudad una zona habitacional a cambio de dinero”.

Centeno lo ha impedido hasta dónde llegan sus facultades y la respuesta ha sido varias palizas en su contra y en contra de su marido quien por uno de los azotes perdió un ojo. Su hijo fue secuestrado, amenazado y golpeado durante unos meses y a su hija le pusieron un cuchillo en la garganta.

Hace tres años que cinco escoltas del Estado la custodian y vive siempre a punto de apretar el botón  de pánico entre cámaras de video para continuar su lucha, que hoy está de plácemes. “Hace unas semanas un juez me dio el “interés legítimo” para llevar un juicio como representante social.

Ahora comienza la batalla en los tribunales.

3. Betina Cruz, viento a contra viento

Betina Cruz.
Betina Cruz.

La propaganda del Gobierno de Oaxaca suele ser similar, pero la última que recuerda Betina Cruz rezaba que “la inversión para infraestructura eólica sumaba  2,000 millones de dólares” en el Itsmo de Tehuantepec y nada más.

“Por supuesto que nunca mencionan que al lugar donde ocurren esa millonaria inversión nunca salpica a la población, que ahí el 49% de la gente está sumida en la pobreza”, cuenta.

Cruz se opone por razones de este estilo al incremento de parques eólicos. “Trabajan con contratos leoninos de empresas que vienen de España, Bélgica y Alemania desplazando a los pueblos indígenas  de sus tierras”.

Su oposición ha tenido un precio: 60 averiguaciones previas,  dos intentos de asesinato, expulsión de su pueblo. “Usan a gente del crimen organizado para meter miedo para hacernos frente, pero yo no voy a echarme atrás”.

O al menos no -ataja- hasta que se respete la autonomía de los pueblos indígenas, que se hagan consultas a la población para saber si ellos quieren los parques y se le reconozca a ella y otros defensores por su papel a la defensiva.

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