Burbujas: El alto costo de las medicinas

Pareciera que se producen algunas medicinas para la clase más privilegiada que las puede pagar

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Medicamentos. Crédito: Archivo | Shutterstock

Los precios de las medicinas han llegado a niveles de escándalo.

Las medicinas nuevas son costosas por la investigación que se hizo para su desarrollo y porque las empresas deben recuperar las enormes inversiones que han hecho, además de obtener las utilidades que creen merecer.

Lastimeramente queda al margen un problema de carácter social sumamente importante: evidentemente los consumidores de medicinas son enfermos, y generalmente la mayor parte de los enfermos son personas mayores con recursos limitados, y con seguros que no cubren el costo total de todas las medicinas. Esto obliga al enfermo a grandes pagos de deducibles y coaseguros.

Medicare en su propaganda indica que hay posibilidades de conseguir medicinas de prescripción a precios muy bajos, pero por supuesto no están incluidas las medicinas que verdaderamente sirven para atacar las enfermedades.

Puedo decir por experiencia propia, que una sola de las medicinas que yo tomo, subió de precio sin ninguna razón aparente en los últimos meses, de 120 a 180 dólares, en lo que a mi me toca pagar por coaseguro.

Lo que parece irónico es que por un tema de patentes, muchas de las medicinas que se consumen en los Estados Unidos se venden en otros países a menos de la mitad, y producidas por los mismos laboratorios.

Es claro que es un gran negocio.

La pregunta que se impone es: ¿qué tan moral es un negocio que puede privar a un enfermo de la oportunidad de obtener la medicina que necesita?

Pareciera que se producen algunas medicinas para la clase más privilegiada que las puede pagar, pero que no podrán ser utilizadas por muchos.

Hay en todo esto una profunda injusticia social que preocupa no solo a los enfermos sino también a los médicos que prescriben medicinas a sabiendas que sus pacientes van a tener grandes dificultades para pagarlas. Esto lo platique esta misma semana con doctores amigos míos que externaron su preocupación y frustración ante esta problemática.

Los médicos hacen el juramento de Hipócrates que los obliga a buscar alivio para los enfermos pero su cumplimiento se complica cuando el tratamiento y medicinas que ellos saben que serviría al enfermo son parte de una industria donde el lucro es más importante que la salud.

El asunto es un aspecto humanitario que tiene que atacarse de frente porque en un país en que presumimos de igualdades, no deberían tener lugar esas dramáticas desigualdades.

Es interesante notar que aunque el tema se ha tratado en las campañas presidenciales que estamos viviendo en este país, ha sido muy superficialmente, y evidentemente opacado por los embrollos y ataques personales que han distinguido esta contienda electoral. Lástima.

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