El ‘efecto Trump’: No hay mal que por bien no venga

Mi nombre es Patricia Robles y me orgullezco en decir que estoy un paso más cerca de cumplir una de mis metas más importantes en toda mi vida: hacerme ciudadana estadounidense de este lindo país

Naturalization Ceremony Held In Chicago's Daley Plaza

Crédito: Scott Olson | Getty

El mes pasado, gracias a la ayuda de iAmerica y otras organizaciones sin fines de lucro, llené mi solicitud para la ciudadanía. Debo admitir que estaba un poco nerviosa porque no conocía el proceso para llenar la solicitud de ciudadanía N-400, y los requisitos necesarios para ser elegible para la ciudadanía. Pero gracias al apoyo de mi familia y de las personas en mi comunidad que me asesoraron, estoy un paso más cerca de poder votar en noviembre.

Tengo varias motivaciones personales para convertirme en ciudadana. Aparte de los beneficios de poder votar y las mejores oportunidades de trabajo entre otras, me motivé porque estaba cansada de escuchar al aspirante republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, tachar a personas como yo como criminales.

Primeramente, soy una madre orgullosa de mis tres hijos estadounidenses, dos de ellos graduados de la universidad. Mi hija es periodista y mi hijo es licenciado de ciencias de computación. Somos una familia católica que todos los domingos vamos a misa a darle gracias al Señor por tener vida y poder seguir adelante.

Segundo, soy una trabajadora de limpieza y muy orgullosa de poder trabajar y darle un futuro mejor a mis hijos.

Y por último, soy una persona con mucho coraje y dignidad que ya no va a permitir que vuelvan a ofender a mi familia, a mi comunidad, y a mis compañeros de trabajo con ataques antiinmigrantes.

Ya no me siento indefensa al escuchar las acusaciones ofensivas de parte de Trump. Sé que en noviembre me las voy a cobrar con el poder de mi voto contra el odio y el mal que representa Donald Trump.

Muchos le dicen el “efecto Trump” al describir a las personas como yo que están tomando las riendas en el asunto y usando ese coraje para convertirse ciudadanos o para registrarse para votar.

Pero yo le llamo el efecto de tener orgullo y el coraje para hacer algo y no lamentar.

Así que a las personas que pueden hacerse ciudadanos, los invito a que me acompañen y tomen ese siguiente paso y soliciten la ciudadanía ya. Hay mucho en juego para nuestras familias inmigrantes y es importante unirnos y organizarnos para hacernos escuchar.

A las personas que todavía no se registran para votar, también los invito a que nos acompañen y se registren para votar. Y finalmente, a las personas que están registrados para votar, les pido que hagan una promesa – que en noviembre, prometan unirse como comunidad, unir nuestras voces, y nuestro alcance, y acudir a las urnas en noviembre para vencer el odio.

Porque una de las lecciones que la vida me ha enseñado, es que no hay mal que por bien no venga. Y soy testigo de que en noviembre algo bueno va a salir.

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