Lo que Walter perdió por una bala de la policía que le atravesó el cerebro

El hispano quedó paralítico y desfigurado del rostro luego de ser baleado por oficiales del LAPD

Walter DeLeón, de 49 años, demandó al LAPD por haberle ocasionado daños irreparables.

Walter DeLeón, de 49 años, demandó al LAPD por haberle ocasionado daños irreparables. Crédito: Cortesía | Abogado de Walter DeLeón

Poco es lo que el guatemalteco Walter DeLeón recuerda del día que una bala le atravesó el cerebro, de aquella tarde de verano que había salido a caminar al parque como habitualmente lo hacía, de aquel momento en que le destrozaron el cráneo y también la vida.

“Sólo recuerdo que hacía un calor tremendo”, dice en entrevista para Univisión Los Ángeles sobre ese 15 de junio de 2015, el día que oficiales del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) le dispararon en repetidas ocasiones al creer que en la pequeña toalla que llevaba para secarse el sudor escondía un arma.

DeLeón tiene 49 años y el rostro desfigurado por uno de esos disparos, que además lo dejó paralítico, sin un ojo y visión parcial en el otro, sin la cuarta parte del cerebro, sin sensibilidad en la mitad del cuerpo, y con deficiencia en el habla, orientación, oído y memoria.

Este un inmigrante llegó a Estados Unidos cuando era niño y trabajaba como conductor de camión que transportaba materiales para construcción. En sus ratos libres solía ir a pasear por Griffith Park.

Esa calurosa tarde que cambió su vida, Walter regresaba a su casa después de la habitual caminata cuando dos oficiales del LAPD lo abordaron por considerar que actuaba de manera sospechosa y -según el informe oficial- al no acatar instrucciones y sentirse amenazados, le dispararon. De los dos policías fue participaron en el tiroteo, sólo uno fue identificado por el LAPD como oficial Cairo Palacios, con 9 años en la corporación.

Un automovilista atrapado por el tráfico vespertino logró grabar con su teléfono celular cuando Walter estaba tendido y uno de los policías lo voltea para esposarlo mientras una mezcla de sangre y masa encefálica manchaba su espalda.

Walter estuvo en estado de coma durante dos semanas y al despertar preguntó qué había pasado al oficial que lo custodiaba en el hospital.

“Te disparamos”, dice que fueron las frías palabras con las que respondió el oficial.

Walter cuenta que en ese momento se echó a llorar, como lo hace cada vez que se acuerda de esa respuesta, porque hasta la fecha no entiende por qué le dispararon.

Nueve meses y nueve operaciones de alto riesgo después, Walter tuvo acceso a aquel video que grabó el automovilista.

“No lo terminé de ver, no aguanté”, dijo con esa voz que el llanto corta. “No aguanté ver cómo volteaban mi cuerpo, como si fuera un animal”.

“La vida se me volteó boca abajo”

A pesar del sufrimiento que padece por no poder caminar como lo hacía en el Griffith Park y por no poder disfrutar la vida por lo atrofiado que quedaron sus sentidos, Walter agradece a Dios haberle permitido sobrevivir.

“No sólo yo estoy sufriendo, también mi madre y mi hermana que están al lado mío, que me cuidan, la vida se me volteó boca abajo, pero hay muchos que no han sobrevivido y yo estoy aquí para hablar de esta injusticia”.

Para evitar que se siga repitiendo lo que le pasó, dijo Walter, ha iniciado una demanda civil que busca compensación de daños y que cambien las prácticas, tanto en el LAPD como en otras corporaciones, sobre la forma en que sus oficiales tratan y abordan a los ciudadanos.

“La razón de esta entrevista y de la demanda es porque quiero que haya cambios al entrenamiento de policías, porque no es justo lo que me hicieron, no es justo que sólo disparen a matar”.

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