Editorial: Una histórica visita a Cuba

Habrá que ver si a la llegada de Obama contribuye hacia una sociedad más abierta

Obama en Cuba

Crédito: EFE

La visita del presidente Barack Obama a Cuba es un momento histórico para la tensa relación que desde 1959 hasta hoy llevan Washington y La Habana. La historia determinará el impacto a largo plazo que tendrá el viaje, aunque el acercamiento político de las dos naciones siempre es positivo.

El que Raúl Castro sea el anfitrión del presidente de Estados Unidos  muestra el fracaso monumental de la política norteamericana del embargo a la isla que por décadas quiso socavar el régimen comunista de los Castros. Este es uno de los grandes desaciertos de la política exterior estadounidense.

La reapertura de relaciones con Cuba, con visita a La Habana incluida, estuvo desde el principio en la agenda de Obama. El anuncio de su intención fue después de la elección legislativa de 2014 cuando las consecuencias políticas ya no le afectarían ni a él ni a su partido.

El que los tiempos dependan del calendario de Obama en vez de la realidad cubana hace que la apertura esté dada más por la acciones estadounidenses que desde Cuba. Un ejemplo de ello es la persistencia del deplorable estado de las libertades políticas, los arrestos arbitrarios y la falta de libertad de expresión, tal como lo describen los reportes de Amnistía Internacional y Human Rights Watch. Esperamos que el presidente tenga una reunión sustancial con la oposición.

Hasta ahora es aparente que el deseo de Raúl Castro es una apertura como China. La economía, el turismo y la inversión se abren, mientras que la represión política y la censura siguen. Esto es inaceptable. Desde lo pragmático la isla no tiene ni el potencial económico ni el mercado de China, en lo político es injustificable, por ejemplo, que hoy en nuestro continente esté uno de los países con menos acceso a internet por el temor a que sus ciudadanos se informen fuera de la línea del gobierno.

De la parte estadounidense es hora de dar fin a las leyes que todavía mantienen el embargo y los privilegios migratorios del ajuste cubano migratoria. Estas son reliquias que hoy no tienen motivo de existir.

Lo más importante de la visita no es la llegada de Obama, ni el béisbol que verá con Castro o el discurso que le dará a los cubanos. Si ayuda a que Cuba avance hacia una sociedad más abierta, es misión cumplida, sino turismo.

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