La cresta de la lengua: Perder el norte en política

Los latinos tienen que hablar menos de vallas y más en cómo hacer para que nuestra comunidad refleje su peso social

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Crédito: Isaac Brekken | Getty Images

“Perder el norte” en español es estar desorientado. En los debates electorales, los políticos, “todos sin excepción”, solo se acuerdan de los latinos para hablar de asuntos migratorios. Es una asociación envenenada para la comunidad porque la mayoría absoluta de los latinos de Estados Unidos no tiene ningún problema de clandestinidad. Estamos hablando de cerca de cincuenta millones de hispanos. Frente a ellos, el número de latinos sin regularizar a duras penas llega a 8 millones.

No se puede hablar de los latinos y su futuro con libertad: la emigración lo contamina todo. Algo tan cansino lleva indefectiblemente a la identificación perversa de “latino” con “criminal”, con el agravante de secuestrar del debate el presente y futuro de los hispanos de Estados Unidos. La penúltima confusión: “se van a tender puentes y no levantar muros” (Bill Clinton). Comentario muy desafortunado ya que la mayoría de los llamados aquí latinos (hispanos de Estados Unidos) no necesita ni de puentes ni de muros.

Contribuye a ello ver “dreamers” en los medios de comunicación hablando como portavoces de la comunidad latina (CNN). Es un despropósito porque nos convierte a todos en “dreamers” y “dreamer” no es quién quiere sino quien es empujado a esa situación, la cual, por supuesto, nadie desea. La solidaridad con ellos debe ser humanitaria y no por ser latinoamericanos (o de otra parte). Lo dijo el Papa bien claro.

Cuando oímos que se van a hacer inversiones para combatir la desigualdad en que vive la comunidad afroamericana y no se cita ni de pasada a los latinos se nos transmite que los latinos no tienen problemas de desigualdad, o peor, que les da igual si los tienen.

Los latinos tienen que dejar de hablar de vallas y de Trump y empezar a pensar en cómo hacer para que nuestra comunidad refleje su peso social. Las regularizaciones no nos hacen mejores. Esto tampoco se arregla con lacitos marrones. Ya verán como el año próximo la industria del cine se gasta su presupuesto en trabajo para afroamericanos. Pero de los latinos se seguirá hablando de Acción Diferida, reforma migratoria, “dreamers”, ilegales…

¿Nadie se sorprende al oír en un programa en español como el de Jorge Ramos a representantes de organizaciones latinas (LULAC) que envían a dirigentes que no saben hablar su lengua?

El principal activo de los latinos (hispanos de Estados Unidos) es su herencia bilingüe español-inglés. ¿Quién ha puesto nuestra situación lingüística y cultural sobre el tapete de la negociación política? Porque no se trata de legalizar los tacos o beber ron. Eso lo puede hacer cualquiera: dentro y fuera de Estados Unidos. Pero, ¿dónde hay una comunidad hispana bilingüe tan determinante y potencialmente influyente? No en México ni en España.

¿A quién se quieren parecerlos latinos de grandes? ¿A Cruz? ¿A Rubio? ¿Cuál es su modelo? ¿Hay modelo? Es decepcionante que en un debate Ted Cruz le provoque a Marcos Rubio con un “díselo en español”, y este último le replique que cómo podía saber de lo que había hablado si lo había dicho en español. Trump, mientras, en medio de ellos con una sonrisa y contando votos.

Es una falta de respeto la forma como se le trata al latino en los debates electorales.  Si César Chaves levantara la cabeza vería cómo se ha perdido el tiempo y el norte.

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