De indigente a respetado criador de caballos españoles

Un inmigrante mexicano pasó de dormir en el techo del restaurante donde trabajaba a tener la mayor cantidad de caballos españoles en Estados Unidos

De indigente a empresario. Jesús Jiménez, dueño de Rancho Jimenez, el mayor poseedor de caballos españoles en Estados Unidos. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)

De indigente a empresario. Jesús Jiménez, dueño de Rancho Jimenez, el mayor poseedor de caballos españoles en Estados Unidos. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion) Crédito: Aurelia Ventura | Impremedia/La Opinion

//content.jwplatform.com/players/wARh99wH-rqn0kHFM.js

El canto de los gallos se oye en el rancho más grande del Valle de San Gabriel. Su dueño, Jesús Jiménez, ha salido a montar su caballo favorito, “Molinete”, un precioso ejemplar de raza española que baila con gallardía en el ruedo. Se lo han querido comprar hasta por $250,000 dólares, pero él no acepta las ofertas.

“Cuando yo me monto en él, haz de cuenta que traigo mi Ferrari”, dice Jiménez, un jalisciense radicado en La Puente que es considerado el más grande criador de caballos españoles de Estados Unidos.

 Jesús Jiménez, dueño de Rancho Jiménez muestra uno de sus valiosos ejemplares. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)
Jesús Jiménez, dueño de Rancho Jiménez muestra uno de sus valiosos ejemplares. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)

Tiene más de 200 ejemplares, de los cuales varios los ha traído del viejo continente. Este negocio le ha dejado grandes ganancias (vendiendo caballos por más de $100,000 dólares) y lo ha conectado con famosos artistas, como el fallecido Joan Sebastian, quien llegó a montar sus animales.

Jiménez, de 62 años, tuvo 32 restaurantes “Casa Jiménez”, una cadena que fundó hace tres décadas y desde hace 18 años administra su centro de baile, “Jiménez Night Club”, en el condado de Riverside.

Emigra a Estados Unidos

Pero nada de lo que ahora disfruta este inmigrante mexicano le cayó del cielo. En 1972, cuando tenía 17 años, entró ilegalmente a este país solo con la ropa que traía puesta. Los primeros meses aquí fueron particularmente duros: durmió en el techo del restaurante en el que lavaba platos.

En ese establecimiento fue escalando puestos hasta que en 1984 decidió abrir su propio local de comida en Lynwood.

“Mis hermanos me decían: ‘¿Para qué abriste ahí? Te van a matar por robarte’. Pero me fue tan bien que antes del año abrí el otro restaurante en Baldwin Park”, contó Jiménez.

Su cadena siguió expandiéndose por todo el Sur de California hasta que las preocupaciones le pasaron la factura: le detectaron úlceras cancerosas en el estómago.

“Mi doctor me dijo: ‘¿Quieres el dinero o tu vida? Esto es puro estrés, cómprate un barco, vete a pasear, diviértete’”, relató.

Hace muchos años, cuando vino a este país, Jiménez vivió en el sótano de un restaurante en Los Ángeles mientras tenía múltiples empleos y aprendía inglés. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)
Hace muchos años, cuando vino a este país, Jiménez vivió en el sótano de un restaurante en Los Ángeles mientras tenía múltiples empleos y aprendía inglés. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)

Así cedió las franquicias a sus hermanos y sobrinos, pero siendo muy joven para pensar en el retiro optó por retomar su afición por los caballos, que le nació desde pequeño en la finca de su padre en Jalisco. Con el correr de los años se enteró que el pasatiempo le estaba dejando utilidades y no se detuvo.

En su rancho de siete acres en La Puente, Jiménez, quien se benefició de la amnistía migratoria que se decretó a mediados de la década de 1980, presume un codiciado caballo español color “cremelo”, un tono casi blanco que le da la apariencia de ser familiar del unicornio.

“Esto se va dando, gracias a Dios, pero igual hay que hacerle la lucha”, comparte quien hace nueve años fundó la Feria del Caballo Español, cuya siguiente edición se realizará en City of Industry, en mayo.

Jiménez tiene un lucrativo negocio que emprendió por su amor a los caballos. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)
Jiménez tiene un lucrativo negocio que emprendió por su amor a los caballos. (Foto Aurelia Ventura/La Opinion)

“Yo nunca pensé que iba a abrir restaurantes acá; que iba a tener caballos, menos”, dice y afirma que la perseverancia es el secreto de su éxito. “La gente no quiere buscarle el camino, yo no quería lavar platos toda mi vida. Si te quedas sentado en el sofá ahí te vas a quedar”, agrega.

Hace poco Jiménez trajo por carretera a seis yeguas preñadas de un rancho de 800 acres que tiene en el norte de California. Cada una vale $80,000 dóláres y son una inversión que quizás nadie apreció.

“Dije: ‘aquí casi traigo medio millón de dólares rodando por el freeway y la gente no sabe’”, comenta.

En esta nota

caballos empresario Jalisco La Puente Negocios
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain