Editorial: La significancia del retiro de Bush

Ya no hay espacio entre los republicanos para los conservadores moderados, pragmáticos y tolerantes

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Crédito: EFE

La primaria de Carolina del Sur aclaró el momento por el que pasa el Partido Republicano. El triunfo del millonario Donald Trump y la salida de la contienda del ex gobernador de Florida, Jeb Bush, reafirman la predominancia del discurso populista, beligerante y religioso por sobre un sector menos dogmático, más inclusivo y tolerante.

Parece mentira que hace menos de un año Bush era el favorito para la nominación partidaria. Tenía la experiencia, una visión económica conservadora y mucho dinero. El apellido era un cuchillo de doble filo  que al final no le sirvió ni escondiéndolo ni mostrándolo. El candidato tampoco ayudó con su falta de carisma que lo mostraba aburrido, aunque sus propuestas eran más detalladas y coherentes que los favoritos. Mucho menos estuvo preparado para la agresividad de Trump, quien sabía que el rival a vencer, al menos en los papeles, era el ex gobernador de Florida. Bush era el candidato ideal para otro momento de su partido.

La oposición republicana a la presidencia de Barack Obama llevó a la revolución interna de hoy en que los candidatos más enojados, más frustrados y los que invocan más seguido a Dios, son los más populares. Parece una broma de mal gusto la imagen de Trump agitando una Biblia, como si fuera un pastor en una iglesia, mientras insulta a inmigrantes, comparte encuestas y repite lo grandioso que es.

Mientras tanto, los senadores Ted Cruz y Marco Rubio compiten como alternativa a Trump. Aunque muchos en el establishment preferirían al más pragmático Trump que al dogmático Cruz, que está embarcado en conducir una cruzada religiosa en Estados Unidos. Rubio se está convirtiendo en una opción del establishment y su discurso religioso es capaz de competir con Cruz como se vio en Iowa sin ser un ideólogo. Los vaivenes con el tema de inmigración muestran la flexibilidad, o maleabilidad, que gusta al establishment.

Ronald Reagan, quien fue demócrata antes de ser prócer republicano, dijo una vez que él no dejó a los demócratas, sino que “ellos me dejaron”. Jeb Bush, después de Carolina del Sur puede decir lo mismo, y unirse al coro de republicanos pragmáticos, conservadores fiscales y moderados sociales que sienten así. Esos que creen que negociar no es rendirse y que son suficientemente repetuosos como para no querer imponer a todos sus valores religiosos.  

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