Las sorpresas de Iowa

La gran pregunta es si este resultado adverso a Trump le ayudará a perder impulso y si otros candidatos podrán resurgir

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Crédito: EFE

Iowa no es un estado representativo del país, pero el impacto que tiene el hecho de que sea el primero en celebrar asambleas electorales es innegable, como lo vimos con los resultados del pasado lunes.

La noche de la votación estuvo plena de emociones y sorpresas. Para empezar, la derrota de Donald Trump y después el empate virtual entre Hillary Clinton y el senador Bernie Sanders que mantuvo en suspenso a millones en todo el país y  demostró que este último, contra todos los pronósticos, es un candidato viable.

Hace menos de tres meses, muy pocos apostaban por Sanders debido, principalmente, a que se autodefine como un social demócrata. Entre muchos estadounidenses la sola mención del término despierta pavor porque consideran que equivale casi a comunista. Pero para millones de jóvenes, sobre todo universitarios, la filosofía del septuagenario legislador resulta sumamente atractiva. Al proponer salud y educación universal para todos, así como un gobierno que trabaje para la clase media y luche contra los privilegios de las corporaciones, Sanders ha iniciado un movimiento que cada vez cobra mayor fuerza porque busca una verdadera revolución en el sistema político y económico.

Tal vez el hecho más sorprendente de la noche fue el discurso de Clinton, al término de la votación. Pese a que el resultado final aún no se determinaba y a que la votación estaba prácticamente empatada, Hillary declaró que había ganado de manera contundente.

Si bien pocos esperaban el avance de Sanders, es innegable que su sólida presencia ha obligado a Clinton, tradicionalmente una centrista, a situarse más a la izquierda. En su discurso en Iowa, subrayó que es una política progresista que busca mejorar el sistema de salud de Obama, y hacer más accesible la educación y las oportunidades de buenos empleos. En cualquier caso, el hecho de que la competencia se haya vuelto tan reñida entre los demócratas es saludable para el partido pues obligará a los candidatos a ofrecer lo mejor de sí mismos.

Por el lado republicano, si bien algunas encuestas anticipaban el triunfo de Ted Cruz, fue interesante ver la reacción de Trump al quedar en segundo sitio. El magnate, quien en repetidas ocasiones ha confesado que no le gusta perder, tuvo que asumir el papel de derrotado ante el regocijo de quienes no apoyamos su candidatura. La gran pregunta es si este resultado adverso le ayudará a perder impulso y si otros candidatos podrán resurgir, como es el caso del senador Marco Rubio. Muchos republicanos ven a este último como una opción realista y menos peligrosa, en comparación con Trump o Cruz.

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