Estas son las víctimas latinas de la masacre en San Bernardino
Tres latinos perdieron la vida en la matanza de San Bernardino, y así los recuerdan sus seres queridos
Sandra Mendoza, viuda de Juan Espinoza, muestra la imagen de su esposo víctima de la masacre en San Bernardino. Crédito: Aurelia Ventura | La Opinión
La familia de Juan Espinoza, un inmigrante mexicano que fue asesinado junto a otras 13 personas en San Bernardino, en la peor masacre registrada este año en Estados Unidos, aún trata de asimilar el horror.
“Nos hará mucha falta”, dijo hoy la viuda, Sandra Mendoza, en una entrevista con La Opinión.
Espinoza, de 50 años y nacido en Ciudad Obregón, en el estado de Sonora, no quería asistir al convivio navideño que organizó el Departamento de Salud Ambiental del condado de San Bernardino, donde laboraba como inspector sanitario, porque tenía mucho trabajo. Pero al final se animó.
El banquete, que se realizó en un salón del Centro Regional Inland, terminó en tragedia. Dos personas que vestían atuendos militares y portaban rifles de alto poder acribillaron a Espinoza y a otros 13 empleados. También hirieron a 19 personas; y luego, en una persecución, a dos policías.
El calvario de Mendoza, quien nació hace 47 años en Michoacán, inició poco después de que murió su esposo. Ella trabaja en otra dependencia del condado ubicada a menos de una milla del Centro Regional Inland y luego del tiroteo las autoridades también resguardaron ese inmueble.
Pero Mendoza no creía que su marido sería una de las 14 víctimas. Incluso un día después del incidente no le habían confirmado su muerte. Fue uno de los últimos cinco en ser identificados porque su cadáver se encontraba en una zona donde los atacantes dejaron artefactos explosivos.
El jueves por la mañana, casi 24 horas después de la tragedia, le notificaron lo peor.
“Él era un hombre de palabra, su padre le había enseñado eso”, dijo Mendoza con lágrimas en sala de su casa, ubicada en un tranquilo vecindario de la ciudad de Highland.
“Él podía hacer mil cosas, reconstruir mil cosas. Su trabajo y su familia eran lo principal. Él no tenía amigos. Nosotros éramos todo para él. Del trabajo a la casa”, expresó la viuda.
El último de doce hermanos, Espinoza emigró a Estados Unidos a la edad de 24 años y no hace mucho se naturalizó estadounidense. Por su dedicación, poco a poco fue recibiendo más responsabilidades en su trabajo. A partir de este viernes él habría empezado a inspeccionar agua y aún el miércoles, cuando sus compañeros compartían un anticipado banquete navideño, él realizaba un certificado.
“Lo último que él me dijo fue ‘es una pérdida de tiempo porque tengo mucho trabajo’”, contó la viuda.
Deja dos huérfanos: Jerusalén, de 25 años, y Jonathan, de 13.
Feliz Navidad! From our family to yours🙂
Nueve de los hermanos de Espinoza viven en México y otros dos, en Estados Unidos. La viuda dijo que sus cuñados están tramitando una visa humanitaria para poder venir a sepultar a su familiar. Sus restos serán enterrados en el panteón “Nuestra Señora Reina de la Paz” de Colton.
“Ya me imagino cómo están, que haya fallecido el más chiquito de esa manera”, dice sobre sus cuñados.
Antes de salir a realizar los trámites en la funeraria, Mendoza describe su amarga experiencia.
“Ayer [jueves] todavía no me lo creía. Estaba en shock y ahora pienso que les va a hacer falta a mis hijos, para esto y para aquello. Es difícil, porque puedo estar controlada, pero sí me pongo a pensar en lo que es, en lo que fue”, mencionó.
“Procesamos esta pesadilla”
Otros dos latinos perdieron la vida en la masacre de San Bernardino. Son Yvette Velasco, de 27 años y quien vivía en Fontana; y Aurora Godoy, de 26 años y de San Jacinto.
“Yvette era una joven inteligente, motivada y hermosa”, expresó la familia Velasco en un comunicado. “Estaba llena de vida y amor para todos los que la conocieron”.
Velasco, de 27 años, era inspectora sanitaria. Desde el año pasado empezó a laborar para el condado. Ella vivía en Fontana y un familiar indicó que aún no iniciaban los preparativos para su funeral.
“Estamos devastados por lo que pasó y aún estamos procesando esta pesadilla”, dijo su familia en un mensaje escrito. “Por favor recen por nuestra familia y por las otras familias que han perdido a un ser querido como resultado de esta tragedia”, agregó.
En un callado barrio de San Jacinto alguien colocó veladoras y un ramo de flores frente a una cochera. Ahí vivió Aurora Godoy, otra de las víctimas de la masacre. Tenía 26 años y era asistente de oficina.
Irónicamente, en la entrada de la cochera quedó un periódico cuyo encabezado es sobre la vigilia en honor a Nohemí González, una joven que también perdió la vida de manera trágica, en el atentado terrorista en París.
Laura Ortíz, empleada del condado de San Bernardino, describió a Godoy como una mujer alegre. “Ella siempre estaba feliz, siempre animando, no importaba lo que pasara, siempre era positiva”.
Apenas se enteró del tiroteo Ortíz marcó al celular de Godoy, pero nunca le respondió.
