Editorial: La estrategia de mentir

La virulencia con que se miente en la primaria republicana es peligrosa por la deshonestidad y los odios que despierta

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Crédito: EFE

Una expresión memorable de la pasada elección presidencial fue: “no dejaremos que nuestra campaña sea dictada por los correctores de hecho (fact checkers).” La frase fue una reacción del equipo de Mitt Romney ante las repetidas declaraciones del candidato presidencial que faltaban a la verdad y eran posteriormente cotejadas con la realidad por los medios de comunicación.

Las exageraciones suelen ser parte del discurso político, el problema es cuando las mentiras dejan de ser un momento de exageración para ser una estrategia con el fin de crear resentimiento y odio. En este aspecto, la primaria presidencial republicana para la elección presidencial de 2016 parece estar un paso más adelante en el uso de la mentira como estrategia política, especialmente en el caso de Donald Trump, el favorito que encabeza las encuestas hasta el día de hoy.

El caso de Trump es un ejemplo de la exageración de una promesa política y la mentira deliberada populista que, al mejor estilo fascista, quiere enardecer a sus seguidores con un enemigo externo.

La primera es la promesa de “ser el presidente mayor creador de empleos que Dios creó”, una exageración digna de risa; la segunda es la insistencia de que él vio a miles de musulmanes celebrar en Estados Unidos mientras se derrumbaban la Torres Gemelas en el 9/11. Luego desde su twitter repite una mentira racista exagerando la muerte de individuos blancos a manos de negros y por supuesto la sarta de calumnias en contra de los inmigrantes mexicanos.

Las promesas y acusaciones electorales dan un espacio para la hipérbole, pero Trump ha ido mucho más allá de eso despertando odios. En agosto un par de sus seguidores de Trump dijeron haberse inspirado en sus palabras al golpear a un indigente mexicano, luego en mitin en el sur del país un manifestante afroamericano es golpeado por seguidores blancos de Trump.

A Trump le basta con repetir incansablemente una mentira y acusar a los medios de ser ellos los mentirosos. Acusar a los medios es una vieja treta republicana que se convirtió en esta primaria en un arte gracias también a otros candidatos, principalmente Ben Carson, Ted Cruz, Marco Rubio y Carly Fiorina.

La verdad pasó a ser una cuestión secundaria, los demócratas no son una excepción, pero la virulencia con que se miente en la primaria republicana es peligrosa por la deshonestidad y los odios que despiertan.

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