Huyeron de la violencia para ayudar a aquellos en extrema pobreza

Mujeres que huyeron de la violencia en Honduras confeccionarion cientos de faldas para africanas en extrema pobreza

Jeimy Zepeda, al fondo, durante la elaboración de faldas, las cuales son enviadas a mujeres necesitadas en el continente africano.

Jeimy Zepeda, al fondo, durante la elaboración de faldas, las cuales son enviadas a mujeres necesitadas en el continente africano. Crédito: Suministrada

Aunque dejaron todo en su país por la violencia y en Los Ángeles han enfrentado muchas dificultades, un grupo de hondureñas no dudó en ayudar a otras mujeres que se encuentran en una situación peor.

Este gesto se materializó en la iglesia “Navegando con Jesús” en Torrance, donde se confeccionaron 300 faldas que enviaron hace unas semanas a mujeres africanas en extrema pobreza.

Mujeres de Honduras confeccionando las faldas que enviaron a mujeres africanas
Mujeres de Honduras confeccionando las faldas que enviaron a mujeres africanas.

“El mensaje es cómo estas mujeres desplazadas han podido hacer una obra que ayude a otras más necesitadas”, dice Margarita Monsalve, pastora del templo. “El mensaje es compartir, ayudarnos unos a otros sin importar la condición en la que nos encontramos”, agrega.

Varias hondureñas han llegado al templo cristiano desde el año 2014, cuando se agravó el éxodo de niños y madres de Centroamérica por la violencia de las pandillas y la falta de oportunidades.

En esta iglesia han encontrado refugio espiritual y les han conectado con recursos médicos, educativos, legales, alimenticios y de vivienda. “Cada una de ellas tiene una historia que contar de violencia, de muerte, porque les han matado a sus familiares, a sus esposos, a sus hijos”, señaló Monsalve.

Refugiadas de la violencia

Mujeres de Kenia recibieron las faldas
Mujeres de Kenia recibieron las faldas.

Uno de esos relatos lo protagonizó María Galo, quien el 16 de mayo llegó a Los Ángeles porque los pandilleros en Honduras asesinaron a sus familiares y le advirtieron que ella sería la siguiente.

“Mataron a mis tíos y a mí me tenían amenazada”, dijo Galo, de 27 años. “Mi hermana se fue a España porque la violaron. Un día nos iban a matar a las dos, nos apuntaron con una pistola”, continuó.

Sus manos tienen ampollas y llagas por una infección en la piel que contrajo por el roce con matorrales al cruzar la frontera. Pero esa condición no le impidió coser cientos de faldas para las africanas.

“No nos pagaban pero decíamos ‘no importa, vamos a ayudarlas’, y gracias Dios se las mandamos”, dijo.

Ayuda desinteresada

También Jeimy Zepeda, de 24 años, participó en la confección de las faldas usando telas de colores vistosos (que les donaron) para que fueran del agrado de las africanas. El envío lo recibió una iglesia cristiana en Kenia. Planean elaborar más prendas, aunque esperan tener un fondo para entregar un estipendio a las costureras.

María Galo confeccionando faldas para mujeres africanas
María Galo confeccionando faldas para mujeres africanas.

“Nos dio gusto haber ayudado porque aunque sea nosotros tenemos un techo, hay otra gente que duerme en las calles y no tiene nada que comer”, expresó Zepeda, quien hace unos meses salió de Honduras con sus dos hijos, de 4 y 2 años, y sin avisarle al padre, un pandillero que la golpeaba.

Zepeda cuenta que se unió a una pandilla en su país cuanto tenía 9 años y de ésta huyó.

“Viví muchas cosas, formé parte de ellos, me hice de marido, me maltrataba, me cansé y decidí venirme”, relató. “Frente a mi casa mataron a varias personas pero nos estaban buscando a nosotros”.

La iglesia “Navegando con Jesús” le ha dado ropa y comida. Cuando Zepeda llegó por primera vez al templo, la mamila de su bebé no contenía leche, sino papilla disuelta en agua.

Ahora ella agradece haber podido ayudar a otras mujeres en desgracia, al otro lado del mundo.

“Aunque sea yo tengo algo que darle a mis hijos”, dice la hondureña.

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