La inmigración es el precio del ascenso de Ryan

Lástima que la “visión” de Ryan haya tenido que pasar por la censura de los congresistas antiinmigrantes

congresista paul ryan gop

Crédito: EFE

El congresista Paul Ryan (R-WI) en 2013 se presentó ante los medios junto a su colega Luis Gutierrez (D-IL) para respaldar una reforma migratoria integral. Esos eran otros tiempos, cuando el ex candidato republicano a la vicepresidencia estaba tranquilo, presidiendo un poderoso comité legislativo, sin tener que depender de cálculos políticos ajenos. Ahora, su respaldo al reverso de esta postura es la prueba de fuego para llegar a la cima de la Cámara de Representantes.

Ahora la inmigración, en su manifestación más restrictiva, ocupa el centro del debate para su próxima designación como presidente de la Cámara Baja. La condición impuesta por la facción más conservadora de la bancada republicana para respaldarlo es una promesa de que no impulsará ninguna medida migratoria durante la presidencia de Obama y que tampoco permitirá que ningún proyecto de ley llegue a votación del pleno a menos que cuente con el apoyo de “la mayoría de la mayoría” de la Conferencia Republicana.

Los antecedentes conservadores de Ryan son impecables. Además de su proyección nacional como compañero de fórmula de Mitt Romney en la pasada elección presidencial, el legislador es respetado en el lado republicano de la Cámara por sus presupuestos y propuestas de reformas a los servicios sociales, aunque las posibilidades de hacerse realidad hayan sido nulas por su extremismo ideológico. Pero la obsesión del reducido, aunque poderoso sector legislativo que controla la agenda republicana sobre inmigración, exigía promesas específicas.

El plan de Ryan, de ser electo hoy presidente de la Cámara Baja, es usar ese cargo para dar la visión republicana sobre las inquietudes nacionales, para ser el partido que “propone”en vez de ser solo el que se “opone”. Quiere ser un portavoz de ideas en vez de ser un jefe más operativo como requiere el cargo.

Lástima que la “visión” de Ryan haya tenido que pasar por la censura de los congresistas anti-inmigrantes. No importa que la mayoría de los republicanos entrevistados en encuestas respalden una regularización de indocumentados, los duros mandan en el Congreso y en la campaña presidencial.

Ryan dijo ayer que con su designación había una nueva página en la Cámara Baja. No así en inmigración. La promesa de que la actitud odiosa hacia los inmigrantes queda inalterable es el precio para ascender en el Congreso republicano.

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