El Escarabajo y el Papa

La industria petrolera pisoteó un intento importante de dar marcha atrás al preocupante cambio climático

El Papa se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas.

El Papa se dirigió a la Asamblea General de las Naciones Unidas. Crédito: Bryan Thomas | Getty Images

Una mujer paseaba tranquilamente por el parque cuando algo captó su atención. Yo caminaba cerca y vi un escarabajo negro que compartía el polvoriento sendero con nosotras. Sin perder un segundo la mujer levantó el pie y aplastó al insecto con fuerza, restregándolo de un lado a otro para asegurarse, no solo de su muerte sino de su pulverización.

Se me encogió el corazón y me vino a la mente una frase del Papa Francisco: “La crisis ecológica junto a la destrucción de buena parte de la biodiversidad, puede poner en peligro la existencia misma de la especie humana”.

Así de contundente fue una de sus frases en su reciente discurso en la ONU.

Tal vez la desaparición de un escarabajo no pone en peligro nuestra existencia misma, pero me hizo pensar en cómo operamos los humanos y cómo esto ha contribuido al aprieto en el que estamos.

“Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios (de la tierra) y dominadores autorizados a expoliarla”, explicaba Francisco en su ya famosa encíclica sobre ecología, “Alabado Seas”.

Ese pensamiento lo podemos ver operando en miniatura, en escala “micro”, cuando exterminamos a un insecto que pasea tranquilamente en su casa. Creemos que la naturaleza nos pertenece, que podemos y debemos dominarla y que ello no tiene consecuencias.

Ese mismo pensamiento podemos verlo también operando a escala magna, como en el reciente fracaso de la Ley de Cambio Climático en el estado de California.

El Gobernador ha declarado que está más decidido que nunca ha reducir el consumo de petróleo en nuestro estado, pero la industria del petrolera –que venció en esta ocasión- actúa como si la tierra es para explotarla y cree que sus beneficios son más importantes que la salud de nuestras comunidades.

Liderada en la Legislatura por el presidente del senado de California, Kevin de León, la ley 350 fue aprobada, pero sin el aspecto más importante, la reducción en un 50% del uso de petróleo en el estado para el año 2030.

Según la postal que recibí en el buzón de mi casa con el rostro de un preocupada madre latina, de no ser así nos hubiéramos ido a la ruina.

Pero fue en Twitter donde nadie tiene pelos en la lengua, donde  encontré la mejor definición a la batalla campal que se había desatado y donde se definía a la industria petrolera como “el enemigo público número uno”.

“Hay demasiados intereses particulares y muy fácilmente el interés económico llega a prevalecer sobre el bien común y a manipular la información para no ver afectados sus proyectos”.

De nuevo una frase extraída de la encíclica del Papa que de manera certera describe una situación que, por desgracia, no deja de repetirse.

¿Es que la terrible sequía, los incendios más intensos que nunca, los índices de asma y mortalidad por la calidad del aire no son suficientes para movernos con más rapidez e intentar cambiar nuestro futuro?

Como la mujer en el parque, operando desde la “dominación”, la industria petrolera pisoteó un intento importante de dar marcha atrás al preocupante cambio climático. La encíclica del papa terminó con una “oración por nuestra tierra” y yo, impotente, a veces me pregunto si lo único que nos queda es rezar.

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