Editorial: Un llamado necesario al Congreso

El Papa Francisco aboga ante los legisladores por el pragmatismo para trabajar por el bien común

El Papa Francisco se dirige el Congreso en pleno de EEUU.

El Papa Francisco se dirige el Congreso en pleno de EEUU. Crédito: Getty

El Papa Francisco tuvo las palabras adecuadas para los congresistas y senadores al referirse sobre la responsabilidad de legislar y hacer política. Hay mucho por hablar de sus referencias a los temas como inmigración, medio ambiente y familia, entre muchos otros, pero su crítica al fundamentalismo, a la simpleza de dividir el mundo entre bueno y malo, y su llamado al pragmatismo retumbó en uno de las sesiones legislativas más divididas e inoperantes en la historia del Congreso.

El tono del discurso fue directo y diplomático al mismo tiempo. Recordó la hipocresía de oponerse al inmigrante cuando se tuvo a uno de ellos en el árbol familiar o estar a favor de la pena de muerte y en contra del aborto. Habló de la responsabilidad común de enfrentar la pobreza y entre los cuatro estadounidenses que mencionó como ejemplo, Dorothy Day y Thomas Merton, se destacaron por su activismo social católico.

Pero más allá de los temas politizados, los comentarios del Papa sobre el propósito de la política y la necesidad de trabajar juntos por el bien común son un llamado a los legisladores a dejar atrás los extremismos y las intolerancias.

Un mensaje necesario en el lugar adecuado. Las divisiones en el Congreso son cada vez mayores. A la clásica demócrata y republicana se le suma la polarización dentro de la bancada mayoritaria en donde los legisladores afines al Tea Party son radicales. Para ellos negociar es una mala palabra y la propuesta de Francisco de “sacrificar intereses particulares” para buscar “el bien común” suena a blasfemia.

El diagnóstico del Papa del por qué de este problema en el Congreso es acertado. El simplismo “que solo ve bueno y malo o si ustedes prefieren, justos y pecadores”, es el responsable de la intolerancia en el Legislativo. Esta visión que solo juzga, sin querer comprender, es el resultado de la ausencia de compasión hacia los pobres y el resentimiento hacia los inmigrantes.

Por si acaso no quedó claro, el papa Francisco recordó el principio básico de no hacer a los demás lo que no quieres que te hagan a ti. No es muy complicado entenderlo. Si los legisladores siguieran este principio apolítico podrían acercarse a su misión de trabajar para mejorar la vida de todos los estadounidenses.

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