Ladridos de sus perros la enfrentan a la deportación

Pero de la noche a la mañana después de nueve días de arresto la liberan, pero tuvo que entregar a sus perros

Ruth Montaño enfrenta la deportación a causa de que fue acusada porque sus perritos ladraban mucho.

Ruth Montaño enfrenta la deportación a causa de que fue acusada porque sus perritos ladraban mucho. Crédito: Suministrada

SACRAMENTO.- Las quejas por los ladridos de sus dos pequeños perros, un chihuahua y un poodle, hicieron que Ruth Montaño fuera arrestada y mantenida bajo custodia durante diez días, y de la nada, de la noche a la mañana, salió en libertad con una orden de deportación bajo el brazo.

Todo ocurrió en la noche vieja de 2012, en Bakerfield, a unas 112 millas al Norte de Los Ángeles.

“Eran como las 10:15 de la noche cuando mis niños – de 14, 11 y 17 años – y yo regresábamos de la tienda, de comprar para la cena. Cuando vimos entre cinco y siete patrullas afuera de mi casa. Al llegar, el oficial del Sheriff me dijo de muy mal modo que por qué no abría la puerta. Le dije que no estábamos. El insistía e insistía aferrado que por qué no abríamos”, relata.

“Luego me dijo que había quejas de que los perros estaban causando disturbios. Yo le dije que cómo, si estaban encerrados. Ya me cansaste, me dijo. Y me empezó a decir groserías. Me jaló del suéter. Me aventó, y yo le dije que me estaba lastimando”, recuerda.

“Fue entonces cuando me pidió la licencia de manejo. Le dije que para qué, si yo no estaba manejando. Él de nuevo me insultó. Y me dijo tantos años aquí y no hablas inglés. El policía me esposó. Y yo le suplicaba hincada, llorando que no me arrestara, que no me separara de mis hijos”, cuenta Ruth Montaño, aún dolida y sollozando.

Ruth Montaño, de 38 años, con 14 años de haber inmigrado de México a California y dedicada a trabajar en el campo, pasó siete días en el cárcel del condado de Bakerfield, y dos en el Centro de Detenciones del Servicio de Migración y Aduanas (ICE) en California City.

Con los nervios al punto del colapso por la separación de sus hijos, la falta de dinero para pagar la fianza y la incertidumbre, platica que en la última noche que estuvo en el centro de detención, se puso a rezar. “!Le pedí a Dios misericordia! !Misericordia! una y otra vez”, relata.

A la mañana siguiente, dice que oyó a lo lejos una voz que le gritaba, “Ruth Montaño, agarra tus cosas, te vas para Bakerfield. No me dieron ninguna explicación. Así de la nada me sacaron”.

Al regresar, Ruth Montaño dice que con todo el dolor de su corazón tuvo que entregar a sus perros “Cookie” y “Esponja” a Control Animal para que la vecina que vive atrás de su casa, no la volviera a reportar a la policía.

Ruth Montaño es ayudada por la abogada Jennie Pasquarella de la Unión de Libertades Civiles (ACLU) quien dice que el caso de Ruth pasó semanas después de que ICE había anunciado que no pondría órdenes de detención a inmigrantes que no tenían crímenes serios.

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